
EL CÓNDOR PASA Una corriente de aire tornadiza impidió su caída a punta de rifle y lo dejó en la estratosfera congelado. Veinte años después de que aquellos soldados entrasen en su casa y lo lanzasen al mar desde un avión, su cuerpo vivo descendió del ozono y tomó tierra sobre el festival letárgico de Viña del Mar, mansamente. La gravedad lo depositó en incómodo claroscuro, demediado por el maldito escalón pactante entre foso y escenario.
El microrrelato de los viernes: Dos micros de Pablo Marín Escudero — Aire Nuestro