Sendero
Hubo una mujer que te decía lluvia, apasionada.
Por las tardes, cuando los pájaros volaban en bandada buscabas sus versos.
Tardes inmensas, abrasadoras, que envejecían lentas, piras, carbones errantes, sándalo a la memoria.
llegó el sol de nieve, se fue el agua, cayó la hoja dejando huecos donde antes había murmullos.
Se fue la tarde, los patos, la rosa, y la pupila se vio los gansos.
El adiós tiene terrones con sonidos de un mar prehistórico.
Al abrir el libro queda el esqueleto de una hoja dejada por descuido.
