Sendero
Mi madre remaba rio abajo hasta llegar al mar, cruzaba la bocana y desembarcábamos en la playa. Traía un pocillo, agua hervida, y sal. Mi hermana mayor hacía hatos de leña y con la seca hacía una fogata. Cada vez que la ola se retiraba quedaban pulpos, cangrejos y jaibas. Regresábamos con el combustible que sería para hornear el pan. Sorprendida de tanta vida en el cielo y en la tierra.
Hoy ni los pajaritos se paran en el alambre.
