Sendero
Sonó el timbre. Pensé en el primo Augusto, y de la alegría pasé a la inquietud. ¿y si fuese la mamá de Conchita? Cuando salía de la escuela la jaloneaban de los cabellos niñas más grandes. Es vecina y la defendí. Ahora, cada vez que me ve, toma impulso y se cuelga de mí y me abraza con sus piernas. Le dije que no fuese tan efusiva, y no me contestó. Sucedió frente a su casa, cuando me dirigía a la universidad. Creí ver a su mamá observándonos tras la ventana.
Abrí la puerta, era Conchita que me traía un recado de su mamá, me invitaba a comer. Al ir hacia su casa miles de cosas pasaron por mi mente. desde un “gracias ya Conchi me contó” hasta la advertencia de un acoso.
Al entrar al patio fue la niña quien me dio un beso frente a su mamá, con el estilo de aventarse y sujetarse a mi cuello y abrazándome con sus piernas. Es mi héroe. le dice a su mamá. La evité lo más que pude y si permitía su elocuencia la tomaba por sus axilas y la levantaba. Con el tiempo se hizo moderada y solo me abrazaba efusivamente y sentía su beso en la mejilla…
Abrí mi despacho de contador y mi auxiliar me dijo que era una señorita
Era conchita que, al verme y fiel a su estilo infantil, corrió hacía mí, abrió sus piernas, me abrazó por el cuello y me dio un efusivo beso a la mejilla, no aflojó sus piernas, y su boca me dijo al oído. Sabes, ya soy mayor de edad…

¡Qué original esta prosa! pero muy realista Rubén. Me ha gustado mucho. Te invito a visitar mi reciente poema navideño, aquí te dejo el enlace: https://siembradeamorblog.wordpress.com/2021/12/15/navidades-de-mi-infancia/ Un abrazo.
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Gracias <Íngrid, seguro que estaré en tu sitio leyéndote como siempre. Abrazo grande.
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