Sendero
No era mal partido, honrado, trabajador, pero de una pereza para concurrir a reuniones, bailes y lo peor, era un aburrido, no se le dio flirtear. “Ya llegará la mujer de mi vida” se decía mientras trabajaba como hormigo. Años después una mujer lo cargaba y se perdía con él en un laberinto de neblinas. Sonriendo, feliz como mariposa negra, se decía, mejor partido imposible.
