Sendero
Ayer pasó con bastón y morral el vidente. Me dio un manojo de hierbas. Me abrazó, escuché sus consejos y me encomendó a los dioses. llegué al inframundo. El perro de tres cabezas solo me olisqueó y Caronte miró hacia otro lado. La vi en su sueño profundo y unté en su frente el humor de las raíces. Con dos tablas que traía inmovilicé su cuello. Casi en la salida escuchamos ¡A dónde vas! y por reflejo ella quiso voltear, y no pudo. La empujé hacia afuera y corrimos hasta ver el día. Ella florecía en una lluvia de lágrimas al estrecharse en un abrazo con sus hijos.
