Sendero
Esa noche terminó de leer el libro de la vida, en el último párrafo las palabras jugaron como niños a las escondidas. Las luces se fugaron por la ventana y sobrevino el silencio. Los ojos veían sin ver, y el alma dejó de tener sentido.

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Esa noche terminó de leer el libro de la vida, en el último párrafo las palabras jugaron como niños a las escondidas. Las luces se fugaron por la ventana y sobrevino el silencio. Los ojos veían sin ver, y el alma dejó de tener sentido.