Sendero
Quince días que la lluvia no para en la planicie sembrada de papa. ¿Y por qué papa? Estas tierras cuarteadas no dan más que papas, se han acostumbrado a lo frío y a lo seco. El cielo tiene nubes percudidas de sombra que presagian agua. Las mujeres rezan, los hombres miran el cielo para que suceda el milagro de que el agua pare, que terca insiste.
Bajan en silencio. Las pisadas de los cascos se oyen al golpear la laja de la serranía. Y las madres desesperadas abrazan a sus hijos. Han llorado días y días, lo hacen sin lágrimas para no mojar más la tierra.
