Sendero
Me sorprendí al no percibir el olor del café. Que el cuadro familiar fuese solo una mancha y los pormenores de su visita a mi departamento se hayan trastocado. Recordé súbitamente que ella al mencionar nuestras vivencias las refería en pasado. Miré el algodón de la camiseta que me obsequió y había manchas de un rojo óxido. La sentí y noté que la tela ya no respondía a mis manos. Caminé de un lado a otro muy ligero. Salía de la ventana un rayo de luz y enmedio danzaban finos corpúsculos. Salté una, dos y tres veces hasta que conseguí atraparlos y tenerlos entre mis manos. Curiosamente después de mi esfuerzo, me perdí entre ellos…
