Sendero
Antes que el sol saliera y el gallo cantara, el matrimonio del Rancho las Margaritas ya llevaba un avanzado trabajo. La prole crecía y la niña mayor estaba en la universidad estudiando medicina. Veinte años después los hijos eran suficientes. Esa noche se abrazaron y él al oído le susurró: Dormiremos como troncos, no importa que el gallo cante y el sol rebuzne. Fueron catapultados, desconocían la furia de la cama, que no soportaba más peso despues de la alborada.