Sendero
«Estoy predestinado a realizar una hazaña para mi pueblo» se dijo Antonioni, después de haber salido con vida ante una muerte inminente. Su hijo tuvo una vida parecida, y al igual que su padre, presentía que la vida le tenía reservada una gran proeza. Ambos murieron de viejos. El suceso se repitió en generaciones. El último de la dinastía nunca se cuestionó. Moriría crucificado en las afueras de Roma pensando que su esfuerzo para la nueva religión de «amaos los unos a los otros», había sido en vano.
