Sendero
Pensó que me burlaba, que mi propósito, como el de muchos guerreros, era matarla. Sus pupilas encontraron las mías y quedé convertido en estatua. Me azota el viento frío del sur. Soy cuerpo de piedra pero no hay nada que congele mi amor, ni la tibieza de su recuerdo.
Recién se fue con Perseo.

¡Qué bella esta breve prosa, Rubén! me encanta como escribes. Un abrazo.
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Escribirás mejor eres muy joven. Al tiempo.
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