sendero
El beso
Ella tenía veinte años y yo era un chamaco. Su cabello largo bamboleaba al caminar.
Un día le pedí un beso, ella movió la cabeza y creí verla sonreír cuando me dio la espalda. La miraba en silencio todos los días. Una tarde me llamó.
Parecía decirme con la mirada «no soporto tu mirada pedinche». Había almendra en sus ojos y una corona de oro en el marfil. Cerré mis ojos, percibí sus labios en mi frente, por un momento me sentí engañado. Pensé salir corriendo, pero sus labios encontraron los míos. Fue suave, tierno, lleno de mujer. Soy un viejo, pero si me toco el centro de mi labio me humedezco. Me baño en su recuerdo y me elevo.

.
Muy bonito recuerdo, Rubén. Un saludo en la distancia.
Me gustaMe gusta
Gracias por tu comentario. Abrazo grande.
Me gustaMe gusta