Rubén García García
Sendero
Al abrir la puerta percibió un olor a patas y sangre. Se acercó al cadáver y lo identificó por el arete.Esbosó una sonrisa y soltó la carcajada que ahuyentó a las moscas.
-¡Hasta que te vi muerto cabrón hijo de puta!
Pudo escuchar un ruido, tan leve como suspiro. Un dolor punzante explotó en su nuca y antes de sumirse en el vacío, la voz odiosa de su enemigo que le dijo:.
-¡Hoy se te quitará lo pendejo!
Y le dio la razón al gordo; que salía del hotel pulgiento acompañado del actor que limpiaba de su piel la pintura roja y le devolvía el arete, zafándolo de la oreja.