Escuché mi nombre en el velatorio y volteé identificando a un sujeto que nombraba a otro señor de marcada edad, risueño, apoyaba sus manos en el bastón. (o sea había tres Rubenes en un círculo de cinco metros cuadrados)-¿Qué haces tocayo? Aquí, despidiendo al amigo, se me adelantó por poco y como bien ves, esperando el camión. Sonrió lo suficiente para decirnos que pronto le tocaría a él.
