- ¿Cuándo una historia es mínima? ¿Cuándo lo mínimo cuenta
una historia? Estas podrían ser preguntas pertinentes, aunque no
siempre lo pertinente es buen compañero cuando lees un texto
literario. Aceptemos el pacto y comencemos el juego. - La microficción en el siglo XXI ha encontrado un lugar natural
en el ciberespacio. Si antes los editores se resistían para llevar al
papel estos escritos, para privilegiar la publicación de cuentos y
novelas, las distintas plataformas digitales han ampliado por mil
(o más) estas posibilidades. - Llegada la pandemia, gran parte de nuestras vidas, más que
nunca, se concentró en el mundo virtual; en un mundo en el que
la microficción ya había colocado su bandera para delimitar territorios y establecer colonia. - Se delimita un territorio genérico, pero al mismo tiempo la
globalización también hace lo suyo y diluye linderos nacionales. - ¿Existe, por ejemplo, una microficción peruana distinta a la
microficción argentina o mexicana? ¿Y si fuere el caso, dónde reside la diferencia? Yo creo que no hay una diferencia por nacionalidades. Pero diferencias existen, y muchas, tantas como autores
hay. Pero tantas, que podemos hablar de una comunidad de la
diferencia. - Por supuesto, siempre hay alguien que quiere poner orden, incluso cuando no queremos que haya orden. Están los críticos, los
investigadores, los profesores universitarios, los propios escritores
(y los que son todo a la vez, que son muchos –yo, por ejemplo–).
Y están las antologías. - Para entender una antología, me valgo de un símil. Una cosa
es una fiesta a la cual invitas a tus amigos que les encanta bailar,
que son magistrales incluso, y otra una reunión de los mejores
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bailarines. El segundo puede ser muy instructivo, ser espacio de
muestras de talento y creatividad, etc., pero no deja de ser un
evento. El primer caso, en cambio, nunca deja de ser una fiesta, y
todos la pasan muy bien. - ¿Te gustan las fiestas o te gustan los eventos?
- Pero las alternativas no se agotan en ese símil. Hay antologías
que buscan una tercera vía: un evento festivo. - Dendro Ediciones ha optado por esta tercera vía en Historias
mínimas. Reúne escritores de variadas trayectorias y de merecido
espacio a nóveles autores. - (Relean el punto 5). Por una cuestión de orden (relean el punto 6), apuntaré algunas constantes halladas en esta comunidad
de la diferencia y que justifican, a mi criterio, este evento festivo
(relean el punto 9, solo si tienen mala memoria). - Es innegable que vivimos en una época de paradigmas alterados. Por lo tanto, las preguntas, desde la narración, no son
fórmulas retóricas o de estilo. Efectivamente, encontramos en esta
colección microficciones cuyo hilo narrativo integra la reflexión a
estos cuestionamientos. Dicho de otro modo, textos que buscan
establecer la relación acción-pensamiento. En algunos casos, plantear la pregunta es el gran logro. En otros, plantear o sugerir conclusiones, también son alternativas válidas desde la ficción breve. - Estas Historias mínimas no eluden el compromiso social, tampoco sacrifican su estética por esos nobles fines. Sus autores saben
que en el siglo XXI la palabra impresa o virtual sigue sacudiendo
conciencias. La microficción, en su eficacia estética, nos devuelve
a un mundo que creemos conocer, pero que en realidad no hemos
sabido observar. - Podría pensarse que por oposición al punto 13, sobre los nuevos compromisos sociales, tocaría ahora hablar de las posibilidades de lo fantástico. En verdad, muchas microficciones de este libro, desde la estrategia de las rupturas de lo mimético (entiéndase
momentáneamente por realidad), crean espacios diversos donde
la crítica y el cuestionamiento no son ajenos. Estas microficciones
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fantásticas no solo interpelan al lector, sino también a la lógica del
propio texto. - En este punto destaco también aquellos textos de este libro
que buscan implosionar el lenguaje para crear una nueva dinámica discursiva. Y lo realizan con estrategias lúdicas, con una fuerte
carga de ironía y humor. - Por supuesto, las microficciones metadiscursivas del punto
15 tampoco abandonan la posibilidad de las referencias metaliterarias. Este recurso, aclaremos, es frecuente en el mundo de la
minificción, sin embargo, por ello mismo, el reto de efectividad
es cada vez mayor. - Otra de las variantes de la microficción que muestra esta selección de Historias mínimas es la predominancia del lirismo. Y
no me refiero solo al empleo de imágenes sugerentes o un regodeo
en el ritmo de la prosa; me refiero a la articulación de una trama
desde una perspectiva lírica, que se permite, incluso, sacrificar el
conflicto para alcanzar sus fines. - Que quede claro que estas distinciones no son excluyentes. Se
pueden hacer todas las combinaciones y mezclas posibles desde el
punto 12 al punto 17, y el resultado será hallado en este amplio
muestrario creativo. - La proporcionalidad de textos y autores por países también
puede ser un dato atendible. Podría indicar la mayor o menor
frecuencia en la práctica de este género. En ese caso, según esa
proporción, Perú está a la cabeza. O podría significar que las comunicaciones por casa son más nutridas, lo cual nos devuelve al
punto 9. Entonces, ingresemos a este evento festivo. - Ricardo Sumalavia podría estar equivocado desde el punto 1
al 19, pero bien lo dice el maestro Augusto Monterroso: «Cuando
sientas duda, cree; cuando creas, duda».
Ricardo Sumalavia
Lima, octubre de 2020