Era culto, pudiente y todo lo dejaba para después, menos leer. Leía, leía y leía. Por leer “dejaba para después” comer, dormir, bañarse… Los libros, ordenadísimos en sus estanterías, contrastaban con el desorden reinante, donde rivalizaban bolsitas vacías de snacks, latas o botellas de Coca-Cola – que era lo único que bebía- porque, aunque a […]
HASTA LAS CALENDAS GRIEGAS — manologo