Carmen de la Rosa
Sentada en el trono de Ítaca, Penélope despacha los asuntos del reino con sus consejeras. Ni rastro de los pretendientes ni de Telémaco. Argos, tendido a sus pies, apenas menea el rabo a Ulises en señal de bienvenida. Qué pronto has vuelto, querido, dice ella. Ulises zarpa de nuevo aquella misma mañana.
