Rubén García García
Escucho el ruido de la heladera. Afuera, va gritando el vendedor de mondongo. Flota una calma que no lo es. Se oye la alarma de un vecino. Después el silencio; veo por la ventana el pájaro azul negro. Es un día nublado, los cotorros en el patio chiflan fiu-fiu a mujeres inexistentes. Desde la avenida se oye el ir y venir de los carros. Muy a lo lejos llega el canto de la primavera. Me encimo en su silbido para escapar de la soledad.
Flota una calma;
no lo es, pero asfixia.
Vuelo a la sábana.
