De Katalina Ramírez
Una de las lunas en que el viajero se ausentó y que ella se cansó de esperarlo, le dijo que era un robot que no entendía de las emociones humanas, él le respondió que ese robot había escuchado y contenido cada una de sus emociones humanas. Desde ese día no volvió a burlarse de su aparente frialdad, porque comprendió que en su pecho había un pájaro encendido que cantaba en silencio.
