Tomado de ” O dispara usted o disparo yo” Lilian Elphick compiladora. Texto de Eduardo Contreras V.
Cuando me dijo que teníamos que hablar seriamente, le propuse
ir a un hotel en la costa. Y ahí estábamos, en esa habitación con vista al
mar, sentados frente a frente en la mesa.
—¿Así que te vas de casa? No me sorprende, Pancho, siempre
fuiste predecible —le dije sacudiendo mi pulsera mientras le servía
vino.
—Qué bueno que no te asombre, será más fácil –dijo estirando
el cuello, cómo dándoselas de aristócrata.
¿En qué momento lo comencé a odiar? Quise mosquearlo, por
eso mientras bebía le dije:
—Tampoco me sorprendería que tuvieras una amante, y que se
llamara Gladys.
—Yo, yo no, ella… —balbuceó parpadeando mucho.
—Es una estúpida supongo, para meterse con semejante
pelotudo. Pero le ahorraremos llevar una mierda de vida. Lo siento,
Pancho, no te vas a ir con esa yegua…
Trató de contestarme, pero le vino una arcada.
—Precisamente por eso, en esta cena no estamos solos, invité a
mi amigo Cianuro.
Me levanté para ahorrarme el espectáculo de las convulsiones.
Recogí mi bolso y dejé en el baño el lápiz de labios de esa perra, no
debió dejarlo en el auto de Pancho. Muy tonta esa Gladys para cometer
semejante error.
Salí marcando con fuerza el paso con mis tacos, para llamar la
atención del recepcionista. Quería que me viera, de algo que sirva que
el tarado de Francisco se haya metido con una mina parecida a mí.
Craso error también. ¿Cómo la gente puede equivocarse tanto?
