de Rubén García García
Me gusta dormir boca abajo para relajar el cuello. Debí soñar que ella me daba masaje, tenía arte para hacerlo. últimamente me ofrecía una aspirina. Solo sentí un piquete y las luces se apagaron. Me enterraron en el sótano. Cosa graciosa en este lugar yo me hacía el muerto para no ser descubierto en el juego de las escondidas,
Salí del encierro a nuestra recámara. Dormía de espaldas a su amante, la desperté acariciando su frente. Abrió los ojos. espantada de ver mi cara llena de gusanos, los suficientes para ocasionarle un infarto en un corazón ingrato, pero ya dañado por una fiebre que tuvo en su juventud. El sujeto dormía boca abajo muy parecido a como yo lo hacía. Encontré la aguja de raquea y entró sin resistencia, profundamente en su médula espinal. Le di la vuelta y lo reconocí. Siempre supuse que mi otro yo me envidiaba.
