De José Manuel Dorrego
La historia de amor entre Danna, “La mujer pájaro”, y Hasper,
“El fantástico hombre bala”, era un secreto a voces en nuestro
circo. Bastaba ver el cruce de sus miradas clandestinas entre
bambalinas. O cuando coincidían en el pasillo entre camerinos,
esa manera de rozar sus vestidos tan furtivamente. Un día, se
encontraron en el aire. Hasper acababa de salir disparado de la
boca del cañón mientras practicaba la “salida torbellino” y se
cruzó con Danna, que ensayaba postureo de vuelo a media altura.
Frenaron en seco y se quedaron suspendidos, como levitando.
Danna le sonrió y bajó los ojos, ruborizada. Hasper la tomó de la
mano, le acarició el dedo índice, la besó en la mejilla y ambos
comenzaron a ascender hasta perderse entre el negro de la noche.
De eso hace ya casi tres meses y no hemos vuelto a saber de ellos.
Nos jode porque se nos han caído dos números de golpe, pero en
el fondo somos, pese a lo que digan, unos sentimentales:
cruzamos los dedos para que no vuelvan a aparecer jamás.

Tomado del Microdecamerón compilación de Paola Tena