De Miguel Rosales
Había pasado de tus besos y las caricias, al golpeteo de la lluvia sobre mi rostro. De la casa salí con tan sólo una mochila de piel, desgastada por el uso y en donde apenas cabían dos mudas de ropa, el cepillo de dientes y los pedacitos de mi corazón —que apenas pude recoger para no dejarlos en la que fuera nuestra habitación.
No me dolían los golpes sobre mi cuerpo, tampoco todo lo que como loco gritaste para sentirte más hombre; ni siquiera me dolió que terminaras nuestra relación, o lo que fuera que haya sido. ¿Lo que sí me dolió? Fue(ron) tu(s) infidelidad(es)… tus mentiras… pero sobre todo la humillación que me hiciste pasar al considerarme inferior por mi apariencia física.
Me conociste con zapatillas rojas, entre lentejuelas, estolas y pelucas; transformándome cada noche en la estrella del lugar, donde las horas azules saludaban a la mujer que nunca nació; venerando los pechos de silicón, los labios de colágeno con milímetros de maquillaje que cubrían al hombre que nunca me gustó.
Aunque el papel dice Ignacio, Avellana dice mi historia; historia destruida por el maltrato, pero motivada por la libertad, que paso a paso y esquina tras esquina, continúo escribiendo en el libro del destino.
Miguel Rosales (Cuernavaca, Morelos, 1985). Licenciado en Periodismo. Fotógrafo y reportero. Ha participado en exposiciones colectivas de fotografía con temática social en Cuernavaca, Playa del Carmen y Cancún. Actualmente es Jefe de Relaciones Interinstitucionales y Difusión en la Unidad de Transparencia Municipal en Cancún. Así mismo se encuentra realizando el diplomado en Habilidades Gerenciales en la Universidad Anáhuac.
