De Rubén García García
Al trampero le saltó la liebre por donde menos esperaba y accionó el gatillo. horas más y salía del hospital en silla de ruedas. Volvió a ingresar por graves complicaciones. Días después fue dado de alta, salió en camilla con dirección al anfiteatro. Con el cuerpo arqueado, y una sonrisa sardónica vio de reojo a la liebre siendo acariciada por una mano larga y huesuda, que le decía… “ a veces me da por salir a cazar”
