José Manuel Dorrego
Últimamente venía notando que el número de Zambo y Chuky –
el payaso triste y el payaso alegre de nuestro circo– no estaba a la
altura del resto de los números. No es que el público silbase, nada
de eso, pero al terminar la actuación se escuchaban unos aplausos
levísimos y monótonos, de trámite, como diciendo: “Aplaudimos
porque se nota cierto esfuerzo, pero no es lo que esperábamos”.
Por eso decidí que Zambo hiciese también de payaso alegre, así
que nos ha quedado un número divertidísimo. ¿Qué se pierde el
contraste Alegría versus Tristeza? Completamente de acuerdo. A
veces tenemos que dejar ciertos principios tirados por el camino,
gajes de la vida, pero a cambio, la gente no para de reír. Un
público contento es siempre un público que aplaude. Y un
público que aplaude es incapaz de pedirte que les devuelvas el
dinero de la entrada porque no les ha convencido el espectáculo.
Al fin y al cabo, si lo piensas, nos pagan para divertirse. Para
desgracias, las que tienen ahí afuera, en cuanto acabe esta
cuarentena, empiecen a abandonar la carpa del circo en fila de a
uno, abran la puerta de sus hogares y se les caiga la casa encima.
