Iban a hacerla desaparecer a la manera egipcia, el detalle era que le cortaban la mano derecha porque había sido una letrada. Escondían el cuchillo dentro de un pez color plata abierto a lo largo y lo llevaban hasta donde ella estaba. Luego, veía sus cenizas en una urna. Pero no la mano. Pensaba en esa mano que seguiría viva, tecleando. El aire era dulce como en Egipto.
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