Soy más anciano que mi padre, me duele serlo; dolor íntimo, petrificado. Padre, si hubieses llegado a mi edad tendrías la canasta llena de mañanas olorosas a café, pan y a sonrisas de nietos. Cargo piedras que ruedan sobre mi espalda herida. Dolor que hace bolas o se estira; es tan pequeño, como inmenso fue el tuyo. Nada comparado con tu sufrimiento. Tan joven que eras el día que te fuiste y yo tan viejo, y todavía estoy.