no tengo la suerte de ser uno de esos escritores a quienes las ideas los persiguen y los desbordan. Para mí, la escritura siempre ha sido un acto volitivo. Como escribir es una decisión voluntaria, pienso primer en qué género quiero avanzar y me lanzo en esa dirección. Por ejemplo, en el caso de los microrrelatos, dejo pasar varios años entre un libro y otro para no repetirme: en esos años no escribo ni un solo brevísimo, simplemente no se me ocurren. Es poco lo que puedo decir sobre el proceso de creación. Lo que siento es que produzco cada género con una operación tan distinta como si utilizara otra parte de mi cerebro. Jamás un microrrelato creció para convertirse en cuento, nunca un cuento se me transformó en novela. Primero elijo el género en el que quiero escribir, y después busco una idea adecuada para ese género.