Durante mucho tiempo me aterró la página en blanco. La veía y vomitaba. Pero un día leí lo mejor que se escribió sobre ese síndrome. Su autor fue Hemingway. Dice que hay que empezar, y escribir, y escribir, hasta que de pronto uno siente que las cosas salen solas, como si alguien te las dictara al oído, o como si el que las escribe fuera otro. Tiene razón: es un momento sublime.
Las veces que me ha pasado he intentado algunas cosas:
- Me pongo a leer, pero me voy a la mitología y trato de darle vuelta a una historia y escribirla a mi manera; tal vez no logre un gran texto, pero puedo romper el hechizo.
- La poesía japonesa también la utilizo, mirar el paisaje me hace volar y escribir un sencillo haykú.
- Y cuando la mente se pone chata, me pongo a describir un paisaje, o lo que me venga a la cabeza.
- Así que si te visitan las musas es mejor que te encuentres trabajando