La implacable maestra, le decía al alumno, —que estaba a punto de llorar— escribirás cien veces: “el ave canta aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas*”. —No puedo—,gimoteaba el Correcaminos.
* ¡A gloria! Salvador Díaz Mirón
Buenos días amigo:
Muy bueno Rubén, venga a seguir cantando.
Feliz miércoles.
Me gustaMe gusta
Gracias Carmen por el poyo, siempre comunicandonos… un beso y muchas flores
Me gustaMe gusta
¡Cuantas historias de maestras implacables!
Buen día, Rubén y un abrazo grande…
Me gustaMe gusta
Hola amiga Mari, gracias por venir y darme tu comentario siempre acertado, flores y besos para ti
Me gustaMe gusta
A veces es complicado entender la lección ¡primero debemos aprender en ponernos en el lugar de otros!.
Un Abrazo Rubén 🙂 .
Me gustaMe gusta
Compañerop de años Joaquín, bienvenido a tu casa, gracias por comentarme.. un abrazo grande..
Me gustaMe gusta
Me encanta el corre-caminos su descaro, su energía para salir de los líos…¿por que forzar su naturaleza? Es la alegría explosiva de vivir. Vivamos nuestras vidas sin hacer caso a ese tipo de maestras…
Me gustaMe gusta
Querida amiga maestras tan estrictas siembre las tendremos. Quiza podemos imaginar la sonrisa del coyote viendo la escena por la ventana. Un abrazo y rosas para ti.
Me gustaMe gusta
Cantar y cantar .Preciosa entrada con una bella lectura. Besos Ruben .Elssa Ana
Me gustaMe gusta
Gracias Elsa por llegar a ver a un correcaminos impotente. un beso
Me gustaMe gusta