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Cuando llegaron al camino rojo, ella se vio como una adolescente acostada entre la alfombra de hojas mirando las nubes en su carrera hacia las montañas. Él en cambio sólo vio un camino de piedras volcánicas acolchado por hojas ocres. Unas ardillas retozonas que iban y venían por los senderos leñosos de aquel bosque de Eucaliptos. Al caminar ella conserva el paso de una mujer consciente de su atractivo. Por lo que pareciera que danza sobre las hojas, él en cambio cada vez que marcha rompe el silencio y deja un barrido de hojas dispersas. Con una voz sonora le dice:— ¿Qué hemos hecho amiga? Cuando despierto preparo dos desayunos, pensando que uno será para ti.
Un amor imposible hasta el final. Un hombre que no quiso y que todavía( en la residencia de ancianos) se resiste a entender que la mujer a la cual ama no está hecha para él. Un texto muy hermoso donde la naturaleza, tercer personaje,deja patente la imposibilidad de este amor.
Un abrazo,
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con sencilla palabras y bien armadas, has hecho una fiel interpretación de lo que sucedió esa tarde de otoño, en un paraje de eucaliptos. Las grandes deciciones, requieren tambien de un momento, ni un antes, ni un después. Gracias Ann por tan elocuente comentaio
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