LA OVEJA NEGRA

Una noche, entre los susurros del acondicionador de aire, le llegó la pretensión. Desde entonces no olvidó el sueño y ahora, justo para cumplir los cuarenta años, él abría las ventanas de su vida. Era bella, de trato claro y amada por todos; su esposo, un varón que se movía en el ambiente social con sensibilidad y cordura. Habían procreado dos hijos que semejaban esplendidez. En su linaje no cabían protuberancias y oquedades. Ella anhelaba lo que en otras cunas sobraba. Deseaba una oveja negra.
Aunque tenía confianza con su esposo, guardó el secreto como parte de su nicho. Poco a poco el deseo adquirió una cuenta de susurros que aparecían como palomas sobre el cielo de su mente. Se vestía menos formal y dejó de asistir a la ópera, para volver la cara hacia expresiones más populares. No era raro verla en funciones donde se daban conciertos de jazz o bien ritmos afro caribeños. Su esposo, fiel acompañante, se extrañaba de los cambios, pero los atribuyó a los vaivenes que las mujeres tienen. Otras veces acudía a lugares donde un saxofón herido dejaba caer las notas en la penumbra.
Ella seguía siendo la mujer transparente y dadivosa con sus semejantes y con su esposo, la mujer apasionada; pero el silencio lo sustituyó por solos de trompeta, y la media luz por la oscuridad. El cónyuge se daba cuenta de su transformación, mas ella lo realizaba con la naturalidad de haberlo hecho miles de veces. Así la amaba, el disfrute de ella, era también el de él y optó por guardar silencio.
Su tez láctea contrastaba con los tonos ciegos y los vestidos amplios le daban un aire a la cadera que bamboleaba como lo hacen las cañas de azúcar cuando las mueve el viento. Se aficionó a las comidas sencillas y degustó el sabor del arroz y del banano.
Una madrugada, llegó una ambulancia hasta su residencia. En el servicio de urgencia no dudaron en intervenirla. Su marido sorprendido, veía al lado de ella un vástago; ella, hinchada del corazón, acariciaba maternal a su oveja negra.

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10 Comentarios

  1. Delia dice:

    Terminé de leer: La oveja negra.
    Fascinante en verdad…
    Claro que no me extrañó en absoluto,
    conociendo tus dotes.

    Un cariño inmenso para vos!

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    1. rubengarcia dice:

      si que es una sopresa encontrar un comentario en regiones tan apartadas, pues celebro que te haya gustado y satisfecho de encontrar tu comentario. un abrazo y un beso rub

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  2. annefatosme dice:

    rub,bajo tu pluma las mujeres somos una caja de sorpresas!La ovejita negra es una monada,seguro que al marido le termina gustando.
    Un abrazo,

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    1. rubengarcia dice:

      La mujer es una sorpresa quien diga que las conoce como su propia mano es un mentiroso. Un adorable comentario, mucha gracias Ann por llegar a mi casita un abrazo Rub

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  3. Kalenda Maya dice:

    Agradable sorpresa encontrar su blog. Me gustan este tipo de relatos: breves, tremendos, con una historia elaborada atrás (sin que nosotros la leamos), con sorpesas, con un apretujón en el corazón. Felicidades!

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    1. rubengarcia dice:

      Una alegría que le haya gustado, ya sabes esta es su casa. Un abrazo Rub

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  4. translatoruy dice:

    ¡Muy bueno! Cuando mencionó a la oveja negra en el primer párrafo, no me imaginé que sería literalmente «la oveja negra».

    Recién descubro su blog así que tendré lectura para un rato largo.

    Saludos

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    1. rubengarcia dice:

      Esta es su casa, sea bienvenido y para mi sera una satisfacción que me visite. un abrazo Rub

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  5. ALEJANDRA dice:

    Creo que éste ha sido el octavo cuento que te leo, no me he podido despegar del blog , ahora lo hago para decirte que ha sido una verdadera delicia haberte descubierto…

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    1. rubengarcia dice:

      Alejandra pues me ha dado gusto. Lo que un escritor desea es que lo lean, asi que me siento muy afortunado y tú tienes blog? para corresponder a la visita que me haces. Esta es tu casa y un gran abrazo desde México rub

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