En algún momento
fuí una línea.
No había pájaros,
sólo un trazo,
una acción,
como si fuese un núcleo verbal.
Fui indiferencia.
Aplanado de la emoción,
me dije:
Estoy en equilibrio.
Sin felicidad,
sin tristeza,
sólo la inercia.
Cuando caminé por la floración
hice a un lado las copas, los colores.
Miré el horizonte.
tras de mí una voz pequeña gritó: papá;
me volví.
Y el equilibrio se rompió,
cuando su beso sorprendió a mi corazón.