Hay un sonido leve.
Es un tallo frágil que se quiebra por el peso del ave. Eso pasó en alguna parte escondida de mí. Las consecuencias fueron discretas y pesadas. Mis palabras se fueron. Recuerdo que al tacto de tu imagen llegaban cardúmenes que olisqueaban mi piel haciendo piruetas audaces. Desaparecieron. Quedó un desierto destruido, y luego llegó el frío, el estupor, la indiferencia. Hoy mi visión quedó inmóvil. Es una lagartija inmensa que ya no recuerda el clik del tallo fracturado…