Buenas noches variola
Hace tiempo dañaste a reyes y aldeanos. Los que sobrevivieron quedaron ciegos y carcomidos. Podrías decir que era tu misión y no discriminaste. Lo cierto es que sigues formando parte de la vida. Hoy vives encarcelada. No he querido aniquilarte, pues eres singular en la vida. Mi admiración hacia ti me dice que debo respetarte. En las noches de perversidad, te observo con ojos profundos y muevo tus ácidos para hacerte más letal. Mi alma tiembla con sólo pensar que un error podría ser fatal para mí.
Algún día, mi odio podría darte la libertad de anidarte en la linfa de los hombres; tan fácil dejarte olvidada en algún aeropuerto de esta tierra y quince días después brotarías en los cuerpos transformada en pequeñas vesículas negras hediondas de pus y de muerte.
Por este día, Variola, me iré a dormir con un Padre Nuestro en la boca.