Mi compañera de viaje duerme acomodada en el asiento del bus. No la conozco y de vez en cuando observo a hurtadillas su perfil, sus manos entrelazadas, su piel blanca, su cabello largo y castaño. Creo escuchar su respiración acompasada. Es hermosa, no sé su nombre y no conozco su destino. Observo el paisaje que se desplaza esta mañana de otoño. En un prado un álamo con sus hojas oro-viejo resplandece con furia.
De pronto una lágrima comienza a rodar por la mejilla de mi compañera de viaje: se desliza con lentitud en búsqueda de las concavidades y pliegues del rostro hasta desaparecer en el mentón. Luego aparece otra lágrima. Tomo mi pañuelo y las enjugo. Ella no se da cuenta porque continúa dormida y soñando. No sé si son lágrimas de pena, de despedida, de separación, de ruptura. Mientras tanto sus lágrimas ruedan y se cobijan en mi pañuelo. Mi compañera de viaje llega a su destino, desciende. La observo desde la ventanilla. Habla por celular.
El bus parte.
El asiento está vacío.
El álamo resplandece.
Duermo.
Tomado de Fb
Preciosa historia, me encantó . Con permiso reblogueo en canela&miel . abrazos .
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Adelante bella Melani. abrazo y rosas
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Gracias
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Reblogueó esto en *** Canela&Miel***Hazme sentir lo que piensas .y comentado:
Lágrimas viajeras.
Estas lágrimas saben a despedida, a vinagre en las heridas, a pañuelo de estación. 😦 😦
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