Sendero
La perra juega en el jardín.
Escucho que vas y vienes, y en tu rostro no veo el deseo de ir a trabajar.
Ambos sentimos el deseo de disfrutar la intimidad del tiempo.
Reímos.
Te despediste con un beso a orillas de mi boca.
Yo acaricié tu cabellera, tus hombros…
Te vi subir al taxi.
En el alféizar, la floración enrojecida de las glicinas.
