Sendero
Se fue la lluvia. Aún la hoja se mueve en la copa del naranjo. Los azahares del limón caen, manchados de un amarillo pálido. La perra duerme enroscada y, a veces, saca un ojo y mueve la oreja. Miro el cielo: en algunos claros se asoma el azul; en otros, parece una pantalla gris. Este lunes, como todos los lunes, las gallinas no ponen, pero el obrero salió en la madrugada para trabajar en la compañía que inquieta a los diablos del subsuelo. El fuego del quemador en la ciudad es una luz tenue y enana. Camino silbando mientras bajo las escaleras, siguiendo el sonido de tus zapatos sobre las baldosas.

