Sendero
La jovencita parecía super niña. La mujer barbada levantó al elefante con un gesto de destreza. El hombre bala regresó disfrazado de hombre pájaro, desafiando la lógica del circo. Los payasos acróbatas hicieron reír al público hasta morir, sus carcajadas flotando en el aire como confeti.
Cuando el primer gallo cantó, el pueblo fantasma se hizo transparente, y del circo solo quedó la lona destrozada, sucia y olvidada, ondeando en el viento como un triste recordatorio de lo que fue.

