Sendero
Por la madrugada, resonaba el sonido de la leche al ser vertida en el vaso; el pan crujía sonoro en su boca en la silenciosa cocina. En automático, levantaba la frazada y continuaba con su roncar monótono, un ciclo que finalizaba con dos soplos y un chisteo. Ya peinado, revisaba las porciones medidas y comenzaba a ingerir sus alimentos. «Si es disciplinado, en tres meses tendrá ocho kilos menos», le había dicho su nutrióloga. Sin embargo, al pesarse, el número era el mismo que hacía tres meses. Canceló su cita con ella. Diez minutos después, la impresora empezó a gruñir y, escupiendo tres hojas, leía: “La nueva dieta de la luna: baja diez kilos en un mes.”

