La falsa coma por Rubén García García

Sendero

Regresé a casa con más copas de las debidas, recordando apenas haberme despedido de mi esposa con un «luego vengo». Por la noche, llegó mi suegra, viuda que se la pasa viajando en competencias deportivas. Mi mujer le dio nuestra habitación.

De madrugada, al volver, no encendí la luz y en la oscuridad total cumplí con fogosidad. Salí al baño, e instantes después llegó mi esposa. Me quedé con la palabra en la boca cuando dijo: «Llegó mi mamá y está durmiendo en nuestra recámara… Regresa al cuarto y saca tu ropa; veo que ya traes el pijama puesto». Se me bajó la borrachera de golpe.

En la mañana, los gritos de mi esposa me despertaron: su madre no reaccionaba. Llamaron a un médico, y la suegra estuvo ocho días en el hospital en estado de coma. Una mañana despertó buscando los tenis porque tenía competencia. Mi alivio fue total cuando vi que no recordaba nada.

Días después, mientras se subía al avión, me detuvo un momento, aprovechando que mi esposa se había alejado, y susurró: «Todavía tengo la huella de tu boca. Eres un tigre…»

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