El río por Rubén García García

Sendero

Escucho el río; su rumor me place, serena mis abruptos, y mi piel se abraza a su chapoteo. El murmullo envuelve; lo percibo como una cascada de granos que caen de una enorme ceiba, susurro abuelo que te acompaña. La brisa trae el aroma de los pinares de la sierra. ¡Han sido tantos años de convivir con él! Conozco sus enojos, también su serenidad, con la que irrumpe en un cuadro de estrellas. Su eterno ir se llevó mis ojos de niño, mis recuerdos de hombre amante, y la carcajada de mis nietos en su retozo. Desde mi choza, lo escucho en su fluir. Pulsa la piedra y la raíz del manglar, calmando la sed del grillo, la libélula y el jaguar.

Diré a mis hijos que me envuelvan con su agua, que el rezandero y las lloronas guarden silencio, para que mis oídos de difunto lo atiendan solo a él, en su divino rezo.

Van gogh

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