Te llaman por Rubén García García

Sendero

Se sentó y tiró de las sábanas para cubrirse el pecho, mientras observaba la habitación desconocida, decorada en ricos tonos joya. La mano que reposaba sobre su cadera llevaba un anillo que reconoció al instante: era la de Toño, el mejor amigo de su marido, que dormía plácidamente a su lado. Con sumo cuidado, se retiró la mano de encima. Una vez fuera de la cama y ya vestida, salió apresuradamente hacia la calle.

—Laura, Laura —la voz resonó con fuerza. Era la voz imponente de su marido—. Laura, Laura, despiértate, que Toño ya viene en camino.

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