La herida por Rubén García García

Sendero

El recuerdo tuyo perturba. Suspiré profundo y llegué a una estación. Compré boleto para ir a cualquier parte. Lo llevé conmigo, lo acicalé, hasta que el aroma de tu nuca se hizo ralo. Una tarde de otoño rehíce el almizcle de tus senos y lo exhalé como una copa de rosas. Volví a verte y supe que estabas ya, en la gaveta de mi memoria.

Deja un comentario