El baile de las lagartijas por Rubén García García

sendero

Por la noche soñaron las lagartijas con un cinturón magenta, que resaltaría el verde untado de las piernas. Después de cargar sus pilas al sol, colgaron en su cuello argollas de buena suerte.

Se fueron hacía el desfiladero sacando sus lenguas de chicote. Cruzaron la arena, los cactus, y en las partes bajas del río muerto se quedaron quietas.

El cielo parecía una panza enlodada de cerdo. El día se hizo pardo y los truenos corrían de un lado a otro. El agua llegó ruidosa hinchando las rocas del desierto. El río muerto se levantó como si fuese un Lázaro adolescente y con él millones de moscas zumbaban sobre las espumas del río.

Las lagartijas con sus aros de la buena suerte comieron hasta el hartazgo ante las asombradas dunas. Bailaron y bailaron sobre las burbujas del río cuando noches atrás soñaban con un cinturón magenta que resaltaría sobre el verde untado de las piernas.

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