Sendero
Cuando Lia contaba cuentos el tiempo era de humo. Nuestros hijos volaban a selvas y montañas de misterio. Para que ella nos contara más, las internas más bellas dejaban al descuido sus médanos y valles. Así, los custodios se olvidaban de las normas. Lía era un viento fresco y juguetón en aquella cárcel donde habían nacido nuestros hijos. Hijos del abuso, de nadie y de todos.

