Sendero
Caminan, haciendo alharaca una docena de hombres. Van rumbo al río, a bañarse con la corriente fría de la montaña. Encuerados reciben el masaje del agua y con las manos entrelazadas en la nuca se pierden al descubrir el tablero brillante del cielo.
Los hombres descamisados regresan. Platican de mujeres y algunos se embroman tocándose las nalgas. En la oscuridad se oyen chillidos, aleteos y uno que otro ruido que se confunde con carcajada. Por un momento dejan la charla y beben dejando en el viento el dulce sabor de la caña. Regresan al pueblo, a la choza, a entibiarse las caderas con las caderas de la amada. Nadie piensa, que mañana el sol inclemente, de la hacienda, les barbechará la espalda.

