sendero
Cuando ella, sin decirme nada, me trae algún presente, le busco un sitio en mi lugar y cada vez que lo veo, mi pensamiento corre hacia ella, más rápido que el viento.
Si voy al final del desierto, donde convivo con tres palmeras y un pozo, me viene a la memoria el presente y la veo con el pensamiento y vuelo con el viento para mover su pelo mientras duerme.
Ya en la casa, la veo mirando el paisaje tras la ventana, se me enmudece la lengua y torpe le digo “ya llegué”.

