sendero
La moza regordeta y soñadora tiene un temblor entre sus manos.
—¡Eres el sapo más hermoso que he visto!
—Croac, croac.
—¡Cómo brillas! ¡Qué ojos tan vivos! Hueles a vainilla y manzana. ¿Serás acaso un príncipe?
—Croac, croac.
Ansiosa lo olisqueaba y al abrir la boca se lo tragó.
Lleva años entredormida y cuando nadie la ve, saca su lengua larga pegajosa.

