En el cuarto no hay moscas de Rubén García García

sendero

La moza regordeta y soñadora tiene un temblor entre sus manos.

—¡Eres el sapo más hermoso que he visto!

—Croac, croac.

—¡Cómo brillas! ¡Qué ojos tan vivos! Hueles a vainilla y manzana. ¿Serás acaso un príncipe?

—Croac, croac.

Ansiosa lo olisqueaba y al abrir la boca se lo tragó.

Lleva años entredormida y cuando nadie la ve, saca su lengua larga pegajosa.

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